Fachadas verdes: un aporte de la arquitectura sostenible

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Fachadas verdes: un aporte de la arquitectura sostenible

 

 

 

Cuando se habla de arquitectura verde hay dos propósitos que buscan quienes la impulsan: obtener y ofrecer beneficios ambientales, sin que esto signifique dejar de lado los económicos.
 

Es una ganancia por partida doble que, al final, se puede reflejar en construcciones amigables con el medioambiente a través del ahorro de agua y energía, entre otros recursos.
 

En esa búsqueda están las llamadas “fachadas verdes”, que en países como Estados Unidos, Alemania y Francia se han ganado un espacio que trasciende lo estético. 
 

Colombia va en la misma línea, incluso por encima de Río de Janeiro, Buenos Aires y Santiago de Chile, aunque por ahora con una mayor dinámica en las principales ciudades, donde está la mayoría de las grandes construcciones. El caso de Bogotá, que participa con más del 40 por ciento de lo que se edifica en Colombia, es relevante. 
 

Cristina Gamboa, directora del Consejo Colombiano de Construcción Sostenible (CCCS), que el 18 de mayo inaugura Construverde 2016 en Bogotá, explica que a abril la capital aportaba 1’733.796 metros cuadrados en proyectos que quieren el certificado estadounidense sostenible Leed, de un total de 3,7 millones. Al sumarle los municipios aledaños a Cundinamarca, la cifra aumenta a 2’367.874 metros cuadrados.
 

Y aunque el uso de las fachadas verdes se ha masificado, no todos las utilizan. Según la directiva, “además de lo que se reglamentó con la Ley 1715 del 2014 de energías renovables, no hay una gran iniciativa para generar incentivos, que haga parte de una estrategia completa para adaptar las ciudades al cambio climático. Por eso, considero que queda mucho por hacer, pero aún no hay un real promotor”. 
 

En el caso de las azoteas verdes, esa promoción podría darse a través de beneficios tributarios, como lo hacen muchas instituciones en otros países con el fin de impulsar este tipo de infraestructura.
 

Pablo Atuesta gerente de Groncol, firma especializada en construcciones que usan estos elementos, agrega que “a pesar de que el país no tiene una estructura impositiva que estimule al sector, el aumento de proyectos es evidente”.
 

Los beneficios
 

Vale reiterar que al margen del impacto estético, detrás de las fachadas verdes hay todo un concepto que incluye mejoras ambientales. 
 

Por ejemplo, el tipo de plantas que se usan limpian el aire y remueven el material particulado con sus hojas. Asimismo, reducen la concentración de CO2, pues capturan los gases contaminantes, botando más oxígeno.
 

Andrés Ibañez, miembro de la junta directiva de la Red Mundial de Infraestructura Verde, también destaca los sistemas de almacenamiento y la reutilización de agua que manejan.
 

De esta forma –explica el experto–, ayudan a reducir los niveles de agua que no se infiltran en la ciudad por no tener tanto espacio verde. De esta forma, el gran aporte es que contrarresta los riesgos de inundaciones, pues ayuda a aliviar la carga de los sistemas de tratamiento de aguas.
 

“Es el beneficio más importante para Bogotá, que reporta unas condiciones de crecimiento relevantes”, anota Atuesta, quien agrega que en aras de entender el tema vale aclarar que hay jardines verticales y techos verdes. 
 

Los primeros –señala el empresario– tienen menor impacto. Por su parte, los segundos mejoran calidad de los gases en el medio ambiente urbano. Incluso, como lo afirma Ibañez, “un metro cuadrado de techo verde produce el oxígeno necesario para una persona a diario”.
 

Vale mencionar que también ayudan a combatir el aumento de la temperatura de las ciudades, conocido como “el fenómeno de la isla de calor”.
 

Por el lado de los beneficios económicos se evidencia la reducción del consumo de energía en los edificios a través del aire acondicionado, por el aislamiento térmico que genera, especialmente en regiones de alta temperatura.
 

También está el aumento de la vida útil de las membranas de impermeabilización de las edificaciones, al protegerlas de la radiación solar y aislarlas de los cambios de temperatura. “Es, sin duda, una solución con mucho valor agregado para lo público y privado”, concluye Ibañez.
 

Cubiertas para todos los gustos
 

Andrés Ibañez, miembro de la junta directiva de la Red Mundial de Infraestructura Verde, explica que hay diversos tipos de techos. 
 

Están los autorregulados, que su vegetación no crece mucho. Además, se les ponen plantas que no necesitan ser regadas, pues les basta con el régimen de lluvias.
 

Les siguen las ajardinadas, que requieren el mismo cuidado que necesitaría un jardín tradicional; sin embargo, es más una tarea de regulación del terreno.
 

También están las cultivables, que suelen ser para huertos y tienen mayor nivel de exigencia. Necesitan constante acondicionamiento y monitoreo del suelo, en torno a sus condiciones nutricionales.
 

Por último, se encuentra el biótico ecológico especial, que puede replicar un ecosistema local de la ciudad, pero su grado de mantenimiento es alto. Actualmente solo hay un proyecto que planteó crear uno de estos en el país. 
 

Por el lado de los jardines verticales, es importante mencionar que además de requerir una estructura adicional para poder sostener los paneles, es necesario disponer de un sistema de riego, distinto al de techo que incluso, puede prescindir de este.
 

De esta forma, el agua tiene que bombearse con mangueras a través de goteos o micro aspersión. Por la gravedad se va desplazando hasta donde cae una bandeja que la vuelve a poner en circulación.
 

Algunas obras en Colombia
 

El ecosistema de negocios Connecta, en Bogotá, que en octubre próximo será sede del Congreso Mundial de Infraestructura Vegetada (WGIC), tiene un techo verde elaborado con lujo de detalles.
 

Universidad de los Andes. El edificio del CEDE también es ejemplo del buen uso del sistema.
 

La firma Groncol trabaja en la cobertura de 3.000 metros cuadrados de un jardín vertical en un edificio de Bogotá, que será de los más grandes del mundo.
 

Edificios públicos. La Biblioteca Santander tiene un techo verde, que a pesar de las altas temperaturas le permitió prescindir del aire acondicionado.
 

En Elemento, un complejo de oficinas en el occidente de Bogotá, hay un techo verde con alto grado de mantenimiento, pues replica un ecosistema local, según Carlos Barberi, presidente de Prabyc, firma que lo construye.

 

FUENTE: METROCUADRADO.COM

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